Este es un viaje trepidante en busca de castillos e iglesias medievales. Ruinas de fortificaciones que en su día fueron auténticos bastiones. Centros amurallados que aguantaron violentos envites y que vieron crecer una sociedad hasta el fin de sus días.
En el sur de Francia, acompañados de una deliciosa gastronomía y hermosos parajes, se encuentra el hogar de los cátaros.
¿Y quiénes fueron los cátaros? Formaban una secta cristiana que se extendía desde el sur de Francia hasta el norte de Italia. En 1209 el Papa Inocencio III convocó una cruzada contra los cátaros por considerarlos herejes. Esta persecución fue sangrienta y despiadada. Una de las páginas negras de la historia de la Iglesia y uno de los mayores dramas de Europa en la Edad Media.
Hay infinidad de castillos y ciudades amuralladas en lo alto de las montañas y, por consiguiente, diversas formas de realizar la ruta. Algunas de estas ruinas son espectaculares, quizás más por el halo de solemnidad que las rodea que por la construcción en sí. Encaramadas en la cima de la montaña, vigilando desde lo alto a los posibles invasores. En ocasiones el acceso es difícil por lo que es importante seleccionar bien los puntos de la ruta.
- Toulouse
- Foix
- Montsegur
- Puivert
- Rennes-le-Château
- Carcasonne
- Trebés
- Lagrasse
- Termés
- Villerouge-Termenès
- Narbonne
- Sète
- Béziers
- Toulouse
Para llegar hasta allí salimos de Barcelona en bus hasta Toulouse por 29 euros. Cogimos uno nocturno a las 23:45 horas para llegar a las 5:15 horas y después un bus del centro hasta el aeropuerto por 8 euros. Una vez allí recogimos nuestro coche de alquiler (siempre es más barato alquilarlo en los aeropuertos que en las ciudades). Nos salió 150 euros toda la semana.
Nuestro consejo es que vayáis por carreteras secundarias y evitéis autopistas de peaje. Las carreteras están muy cuidadas y muy bien señalizadas. No hay riesgo de perderse. Únicamente pagamos dos peajes: de Carcasonne a Narbonne (53 euros) y de Béziers a Toulouse (15,20 euros). En total pusimos gasolina dos veces (45+38= 83 euros) y porque teníamos que dejar el depósito lleno al entregar el coche.
En cuanto a la comida, a nosotros nos encanta comer en la calle, en los mercados o en los puestos para probar los productos locales y artesanos. En Francia tenéis que probar todas las variedades de queso, pan, paté y vino. Nosotros incluso nos parábamos en los merenderos al borde de la carretera para hacer picnics con lo que habíamos comprado previamente. Imprescindible probar la cassoulet y los caracoles a la mantequilla con ajo y perejil. Aunque si queréis disfrutar de una experiencia culinaria al completo, en Narbonne podéis ir a Les Grandes Buffets para comer como la auténtica aristocracia francesa.
Normalmente cuesta 36 euros pero nosotros fuimos el día de Nochebuena y nos salió 60 euros por persona la cena. Te incluye tres copas de vino para maridar con el bufet, al estilo de banquete medieval, en el que puedes comer de todo hasta reventar. Abre los 365 días del año y es el único bufet con tres estrellas Michelin del mundo.
Realmente fantástico tu «roadtrip»..y de las ostras que te zampastes qué?
Muy buenas las ostras en Sète, sí señor.